Me encontraba en un terreno baldío, salpicado de oscuras matas de tojo.
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Will recogió una flor de un arbusto de tojo a su lado.
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El tojo es una de las creaciones estéticas más propias de Galicia.
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Si no hubiese tojo, muchos montes serían pedregales, sin posibilidades de revivir.
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Los ponis salvajes, que comían prácticamente de todo, se alimentaban de tojo.
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Allá al fondo, sobre una planta de espinillo, se sacudía un trapo.
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En su agitación caminaba sin cuidado, pisando ramas caídas del espinillo.
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El paje se detiene a pasar la noche bajo un espinillo.
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Luego repitió el mismo proceso desde el espinillo del Oeste.
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Tampoco veo los achacosos, que murieron, como el espinillo fundador.
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Se empeñan en sacar grano del escajo, madera -vidade nuestra muerte-de la moheda.
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Dio la casualidad que dirigió su montura hacia la arboleda que acabamos de mencionar, para fabricarse una guirnalda con hojas de escajo o madreselva.
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En las heredades en barbecho crecían cardos, escajos y ortigas.
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Volvieron los chicos a encender los escajos o aliagas secas, y el humazo asfixiaba.
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Hecho jirones, señora: los escajos, los espinos, las zarzas han puesto fin a su vida.
Uso de argoma em espanhol
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Es un escenario de yerba corta, argoma, cardos y cañaverales dispersos.
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Sus pies chapotean ruidosamente en la argoma encharcada.
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Con los años, las suelas que vienen han abierto un sendero aplastando yerbajos, cardos, ortigas y argoma.
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Título: La flor de la argoma
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La abuela decía que las flores doradas de la argoma ayudaban al amor y protegían a las almas solitarias.
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Manzanos, castaños bravos, avellanos, nogales, robles y texos inundaban las laderas sembradas de ganzo y argoma, todo uniformado de blanco.
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Grande era el argoma en la batalla y la hiedra en su flor; el avellano era el arbitro en ese tiempo encantado.
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Sabas detiene la carreta y todos salimos de bajo la lona y salvamos las cartolas para caer sobre la encharcada argoma del monte.
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Con el apresuramiento por hacerlo, se le escapa de las manos y resbala y cae de rodillas sobre las humedecidas argomas.
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Dejamos la yerba, los cardos y las argomas y, a través de un bosquecillo de chopos, salimos al camino que pasaba ante la casa.
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Solo por encontrarme ahora aquí, sobre estas argomas que también tiemblan llenas de deseos, merece la pena haber dejado aquella tumba que era el cuartel.