Se fueron donde su entenada, la que vive cerca del agua de Huairuray.

El comandante alemán había tratado de proteger a su entenada.

El niño ese debe de ser el de Nicolasa, la entenada del tío Pepe.

Rita, su entenada, moza de diecisiete, mucho le serviría.

Nabor, en seguida de apurar el vino que le trajo su entenada, expuso el motivo de la visita.

Claro es que esto eran cosas de la reina doña Berta, que, según se dice, odia a su entenada.

Sabe que tiene entenada.

Pensó Nabor en cómo dejaría a los chicos y Pilar, y luego de pensarlo decidió llamar a Rita, su entenada.

Le devolvería a la entenada para que siguieran haciendo vida marital, pero el favor del silencio y la complicidad no eran gratis.

Marchóse Nabor del solar de los Mosqueras con su entenada Rita y un envoltorio de ropas de desecho para empaquetear a su prole.

Pero me enteré de que esa chinitilla ni siquiera es hija de familia; apenas entenada de unos empobrecidos de Caminiaga o de por ahí.

Ahorcaban los que pecaban con sus entenadas, y a ellas lo mismo si no eran forzadas.

-Tumadre me dijo que quería ser entenada aquí -dijoSebastián-.

-Noestá fea la muchacha -contestócon indiferencia don Pedro Juan- es entenada mía.

-¿A qué hora abandonaron ustedes la entenada?

De encoñados de sus entenadas, de sus cuñadas, de las mujeres de sus socios, está llena la archivadora de los expedientes azules.