Empecé a caminar en una línea semirrecta para demostrarlo.
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Tenía la melena semirrecta, y las aguas, a su alrededor, habían sido tintadas por una nube de toxinas.
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Ahora estoy en posición semirrecta.
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En tanto no exista ese segundo punto, se trata de una semirrecta que empieza en el instante del nacimiento y se prolonga hacia el infinito.
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A cada una de esas semirrectas le podemos hacer corresponder las cuatro clases de números.
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Geométricamente hablando, las personas también se dividen en tres clases: las rectas, las semirrectas y las triangulares.
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Ahora tenemos cuatro semirrectas que irradian desde ese origen (punto cero) formando ángulos rectos entre sí.
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Supongamos ahora que no representamos los distintos números mediante los signos y símbolos habituales, sino empleando las direcciones hacia las que apuntan las distintas semirrectas.