Iban en busca de la burra, pensó Lituma, iban a ver cómo se la montaba el piajeno que la hacía rebuznar así.
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Recordaba los dichos, mi cuarto se llenaba de churres, de piajenos, de guás, y de esos inolvidables superlativos: grandisisísimo, traba-jadorsísimo, mariconsísimo.