A las puertas de la ciudad, los agentes jurados del fielato verificarían que no llevaba ninguna mercancía tasable y los corchetes les pedirían sus pasaportes.
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En realidad, no son ni siquiera tasables, y es absolutamente incomprensible que Harald se las trajera a Islandia.
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Se trata, a efectos impositivos, de descuartizar el funcionamiento de un único metabolismo económico en cuentas tasables por cada estado.