La pérdida de peso y la barba habían cambiado mucho su aspecto.
2
Su observación resulta fútil -semesó la barba y entornó los párpados.
3
Sencillamente, su barba, partida en dos, era un asunto de simple comodidad.
4
En primer término, lo esencial no es la barba, sino los milagros.
5
Tampoco llevaba la barba que solían ostentar los miembros de la Religión.
Ús de vibrisas en espanyol
1
En el bigote llevaba cosidas unas largas cerdas, a modo de vibrisas.
2
Agitan las vibrisas que les rodean la cara y chasquean como insectos.
3
Los impulsos de las vibrisas y los pelillos de Idr configuraron una imagen.
4
Me daba la sensación de que me rozaban las vibrisas del gato tatuado.
5
La cola suspendida, las vibrisas y el hocico descifrando el aire.
6
Me pareció que las vibrisas de mi nariz detectaban algo único cuando pasaba por ahí fuera.
7
Por sus cabezas corren surcos sembrados de cortas vibrisas doradas que reflejan la luz sombría del sol.
8
Esa sustancia húmeda y pegajosa, así como los pelos de la nariz, llamados vibrisas, atrapan a cualquier huésped indeseable.
9
Roi se sentó, acomodó las extremidades en las cavidades y hundió las vibrisas en mercurio para establecer un buen contacto.
10
Tenía las patas y las zarpas delanteras empapadas de sangre, y en los dientes y vibrisas se distinguían trozos de vísceras.
11
Si hay otra cosa que me estremece todas las vibrisas psíquicas es la expresión "allá-abajo" referida a la odiada-amada patria.
12
Levantó la cabeza, abriendo mucho sus horribles fauces y enseñando unos dientes que todavía goteaban sangre de Sully, mientras las vibrisas seguían agitándose.
13
También aquí intervienen los bigotes (las vibrisas) que, como todos los pelos, tienen en su extremo unos receptores sensibles a la presión.
14
Pero el sentido del tacto de los gatos no solo radica en los pelos táctiles o vibrisas, el tacto también reside en las almohadillas.
15
Parecía estar dotada de una especie de utensilio que, al igual que las vibrisas de los gatos, le permitía intuir lo que los otros ignoraban.
16
Al poco, en clase, todos empezaron a llamarme "el gato", mientras yo, fingiendo estar contrariado, sonreía bajo los bigotes o, mejor dicho, las vibrisas.