Cántaro de barro, en el que encarnó la mano del alfarero.

La mano del alfarero avanzó lentamente hasta la oreja más cercana y la acarició.

Estremeciéndose bajo la mano del alfarero, cosecha fecunda, un manto tejido por un ser misterioso.

Así vibran las cuerdas del arpa, así se redondea el ánfora bajo la mano del alfarero.

Bonnaire, que había retenido entre las suyas la mano del alfarero, la estrechaba, la sacudía afectuosamente.

Sí, como la arcilla en la mano del alfarero, así están ustedes en mi mano, casa de Israel.

Mirad que como el barro en la mano del alfarero, así sois vosotros en mi mano, casa de Israel.

Olía a yerbabuena, a datilera, a tierra húmeda y caliente como las vasijas tiernas salidas de la mano del alfarero.

Como dice el poema, no se puede culpar al cántaro de la torcedura que causó el desliz de la mano del alfarero.

Taran estrechó la mano del alfarero y se despidió de él cuando las primeras luces del alba empezaron a hacerse visibles en el cielo.

Había salido de manos del alfarero puramente intacto, poseído de una perfecta gracia.

Las manos del alfarero se aquietaron sobre la tela de greda.

La agonía le dio forma del mismo modo en que las manos del alfarero modelan la arcilla.

La lengua es como las manos del alfarero que convierten el barro en recipientes útiles y bellos.

¿Sabía que los hijos son como el barro en manos del alfarero?

El obispo se detestó a sí mismo y rompió a patadas las manos del alfarero modeladas en madera de sicómoro.