El hada madrina restó importancia a todo ello con un gesto displicente.
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Su hada madrina, por el contrario, se había quedado lívida de preocupación.
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En todo caso su madrina de usted es una persona de respeto.
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Le habían dicho que aquel asunto llegaría a su madrina de juramento.
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El hurón se animó; bebió mucho a la salud de su madrina.
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Estuvo varias veces en bancarrota antes de lanzarse a trabajar de celestina.
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Me hace tanta falta una celestina como otro puñetazo en la mandíbula.
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Ni usted está desahuciado ni yo he nacido para hacer de celestina.
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Es una moral un tanto lacayuna, de celestina o de corista retirada.
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Espera que el navarro no actúe de celestina entre ella y Virus.
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Aspiraciones de la comadre en materia de gobierno: Uno que dé palos.
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Y tal vez una comadre, dándola de escéptica, formulaba su voto particular:
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Yo también bebo para encontrar en la botella una comadre de batalla.
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Eso no hizo sino irritar y humillar todavía más a la comadre.
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Pero ¿para qué apenar a la comadre, además de birlarle los cobres?
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Y así seguiremos hasta que se reforme esta legislación permisiva y alcahueta.
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Me gustaría saber únicamente por qué me toman todos por una alcahueta.
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El método del descenso a la Primera B es más alcahueta todavía.
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Esta misma tarde, ordenaré que traigan a esa alcahueta a mi presencia.
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Fue vendido a una alcahueta, cuyos clientes, en su mayoría, eran clérigos.
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El alcahuete le apartó de un empujón y retrocedió, girando en círculo.
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Pues bien, querida, me niego a ser el alcahuete de tus satisfacciones.
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Trataba de zafarse para ir donde el alcahuete tendido en el suelo.
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Estoy convencido de que Hornero Hemingway me habría llamado alcahuete de hojalata.
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No sabía que te gustara hacer de alcahuete en tus ratos libres.
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Se convirtió en un perfecto urbanita, en un correveidile, en un buscavidas.
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No veo por qué tendría que hacer de correveidile de la tía.
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Tras breve correveidile, Vidas nos comunica que el último es miliciano.
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Ese correveidile que te acompaña seguro que ya te ha anunciado quién soy.
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Así podrá aquilatar todavía más su bien acreditada fama de correveidile.
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Un fulgor de odio se encendió en los ojos del padrote insultado.
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Sabía que ese día podía pedirle al padrote todo lo que deseara.
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El príncipe y el padrote se pasaban el toque, fumándoselo en silencio.
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Lleno de odio hacia el padrote, el joven bolero apretó el paso.
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No me digas que no se ve como padrote de segunda.
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Se presentó armada de carabinas y hubieran visto el corredero de gente.
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Cerró el portón corredero de la furgoneta para que nadie nos viera.
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Al lado había una bolsa de lona cerrada con un cordón corredero.
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A los pocos segundos, el otro abrió el portón corredero del furgón.
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Dejo el cortapelos en la repisa del panel corredero e intento enderezarme.
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De ahí la importancia que insospechadamente adquieren en política los trotaconventos.
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El amigo anduvo hecho un trotaconventos sin encontrar fraile que se
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Va a resultar que esa trotaconventos entró volando por los aires.
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Una vieja trotaconventos y tenida en reputación de facedora de
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Ríen solo los usureros, los caciques, los sanchopanzas, las trotaconventos y las celestinas de Castilla.
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Hoy por de pronto, buscaría a ese zurcidor y lo haría reparar.
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Anochecía yo gran escritor para amanecer zurcidor de gacetillas sin pizca de gramática.
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Eso es una falacia que imputas sin pruebas, ¡zurcidor de mentiras!
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Me gustaría tener aquí a nuestro zurcidor, para que examinase el estado de mis costillas.
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Todos están locos allá... ¡A fe que tengo yo cara de zurcidor de estos... líos!
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Yo quiero mi galeoto, mi hombrecillo de raíces.
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El galeoto se equivoca nada más en la conjugación del verbo: debía haber dicho: "tendrá".
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El galeoto de esos proceres.
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El Galeoto social no yerra tan a menudo como algunos creen.
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Ese es el caso en que se dice que el público hace de Gran Galeoto.
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Pero es copuchento y posee buen oído.
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Tal vez es mejor que comience este capítulo confesando que en realidad no me fui de puro copuchento.
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Su mismo personaje de hecho es una sátira elegante de un homosexual que es como su apellido: copuchento.
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Yo no estaba mirando lo que decían las conversaciones, solo vi las primeras de 'copuchento', expresó el imputado.
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No quiero un país en que debatir sea sinónimo de pelear, no quiero un país pelador, copuchento y entrometido.
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Quizá el empestillamiento de ese echacuervos de la Inquisición fue lo que me salvó.
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Mariano -así se llama el mozo-está muy enterado de todo, un tanto echacuervos que fue del difunto.
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Mas Olintetl se mantuvo firme, y Bernal Díaz se redujo a comentar; "Traíamos con nosotros buenos echacuervos".
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De nada sirven las pócimas milagrosas, el agua bendita o todo ese rosario de fórmulas que recitan los echacuervos.
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-Quesería maestra en ramerías, tercerías y echacuervos, pero nunca maestra verdadera.
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Tantas limitaciones al ejercicio conyugal favorecieron el concubinato y la frecuentación de prostíbulos, y alentaron el auge profesional de cobijeras y alcahuetas.
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Dueñas, cobijeras, doncellas y damas mecidas por el agua empezamos a sentirnos a merced de un torrente fluvial que parecía un mar.
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La más alta tenía la piel rojiza, de un tenue rubí encandilador.
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Parecía no tener fin, un encandilador celeste bañaba el horizonte, en la lejanía.
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Berlusconi, el encandilador, desplegó su encanto, y al final los acuerdos acabaron por llegar.
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La mirada del doctor se iluminó con un brillo encandilador que incomodó a Cinder.
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Berlusconi fue siempre un seductor y un encandilador, pero también era un adicto al trabajo.
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A esas alturas ya no me cabía duda de la profesión de aquel encandilador de serpientes.
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Había algo en Henry, una especie de delicado efecto encandilador, que me era de lo más atrayente.
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Parecía como un trabajo hecho en escarcha y, al sol, era demasiado encandilador para ojos terrenales como los míos.
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Sirve otro vaso con agua de guayaba y al volver el rostro en todas direcciones, encuentra un ventanal grande, encandilador.
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Lo miró a los ojos y aquel turquesa encandilador lo devoró en su inmensidad, intensificando aún más las emociones que sentía.
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Nunca dejó de ser, ni siquiera en política exterior, el negociador y el encandilador impenitente, el seductor nato de su juventud.
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Y Updike -alumnoobediente y maestro entregado y encandilador por encima de todo eclipse-está más vivo que muchos, aunque ya no esté ente nosotros.
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La sonrisa de Teferi se hizo más grande, y resultaba encandiladora.
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Su blanca tez y sus peculiares rasgos infantiles, resultaban encandiladores.
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El Gran Encandilador se ha puesto zen de repente.
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De súbito, la dama encandiladora penetra en un portal.