1
Pero fueron palabras que dejaron muy pensativo al gran dignatario del Reino.
2
Tan gran dignatario fue a acabar sus días en Edfu, donde fue beatificado.
3
Ante un gran dignatario, el favorito se atrevió a decir:
4
El gran dignatario Amenmose tiene el corazón en un puño.
5
Aquella noche el conde conservaba su altiva seriedad, la apariencia oficial de gran dignatario.
6
La más bella es la de Tetu-nu, un gran dignatario del tiempo de Amenofis IV.
7
Un preceptor, probablemente el gran dignatario Ay, le aconseja.
8
Él, el gran dignatario enamorado de su comodidad, se había forjado un alma de guerrero.
9
La muchedumbre se abría para dejar paso al enano, cuya reputación de gran dignatario era muy conocida.
10
Éste ha sido cónsul en Roma, ha sido gran dignatario de su hombre-dios, Augusto, el padre del Senado.
11
Se precisaban sus títulos, y los escultores habían reproducido sin rodeos la severidad y la austeridad del gran dignatario.
12
Envió entonces apresuradamente a un gran dignatario de la Corte, llamado Esteban Marzala, a poner paz entre los contendientes.
13
El gran dignatario Amenmose, como todos los iniciados próximos a Faraón, tiene plena conciencia del gran momento que está viviendo.
14
Eso significaba que el sepulcro pertenecía a un gran dignatario, al que se había considerado merecedor de reposar entre los reyes.
15
Los asuntos de Estado no apasionaban en exceso a la esposa del gran dignatario, cuya fortuna le permitía satisfacer sus caprichos.
16
Ese mismo año me casaron con un joven de la familia Luan, uno de cuyos antepasados había sido un gran dignatario de Jin.
