Había oído los incesantesgolpes que el ama daba en la puerta del armario.
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Entre los incesantesgolpes del mar, oí el motor de un coche que bajaba de revoluciones.
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El prófugo, moribundo o ladrón acompañaba ahora los lar gos timbrazos con incesantesgolpes a la aldaba.
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Aparte los incesantesgolpes en la puerta (algo ocurría) ese lugar se había convertido en un cementerio.
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Veraz interrumpió sus incesantesgolpes.
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Los incesantesgolpes se repetían uno tras otro, siempre al mismo ritmo, siempre más fuerte, una y otra vez.
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El capitán, por su parte, no hacía sino vociferar de dolor y retorcerse bajo los incesantesgolpes de mi esclavo.
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Y manejaba una espada que hasta Diarmuid dudaba haber podido levantar, y mucho menos blandir con aquellos rotundos e incesantesgolpes.
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La reina de las hadas había perdido la iniciativa con Gorgrog y hacía denodados esfuerzos por sobrevivir a sus incesantesgolpes.
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Confundidos por los incesantesgolpes en los botones, los ascensores se habían detenido y docenas de pasajeros impacientes atestaban los pasillos.
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Ella y su padre se habían ocultado en el desguace, bajo los incesantesgolpes de la lluvia en techos y capós.
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Tendido de espaldas, se enroscó sobre sí mismo como una bola para protegerse de los incesantesgolpes que le caían encima.
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Siempre es uno el que abandona velozmente su rincón, cae con iracundia sobre su rival y le arroja todo tipo de incesantesgolpes.
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Entre incesantesgolpes y patadas se la arrastró hasta el centro del patio, donde se encontraba un número de regidores vestidos de negro.
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La chalupa se balanceaba desesperadamente a impulso de los incesantesgolpes de mar, ora hundiéndose entre dos olas, ora reapareciendo en sus espumantes crestas.
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El estrato, poco a poco, bajo los incesantesgolpes de las pesadas mazas de madera, se debía comprimir cada vez más apretándoles contra el agua.