Ése había sido el meollo del debate entre Lenin y Yuli Mártov, el líder menchevique de izquierdas.

Aislado, enfermo y agotado, el líder menchevique reflexionaba sobre cómo su facción se había visto superada en ingenio y en votos por Lenin.

Mártov, el líder menchevique, se había negado a partir sin el permiso del gobierno provisional de Petrogrado; una actitud extrañamente deferente para un revolucionario.

La primera vez lo recibieron miembros de la Duma y líderes mencheviques y eseristas.

Dentro del Soviet de Petrogrado, pese a su número inferior, los eseristas moderados tendían a arrastrar políticamente a los líderes mencheviques.