Era el revisor del coche-cama que le devolvía el billete y el pasaporte.

Todo el mundo rodea al revisor del coche-cama de manos negruzcas, que también ha acudido con los ojos enrojecidos.

Vi al revisor del coche-cama y tras él a un desconocido, corpulento, vestido con un pijama a rayas muy arrugado.

Vio dos piernas muy próximas a su cara, y oyó la voz del revisor del coche-cama y la de un hombre joven.