1
Las llamas de las velas flotaban en el agua oscilante de los damascos rojos.
2
En el salón de damascos rojos donde en tantas ocasiones intenté vencer el recelo de De Grät.
3
Por fin, me hizo pasar a un salón cuyas paredes eran todas de espejos y damascos rojos.
4
Todos damascos rojos con estrías doradas.
5
Al fondo del corredor estaba el escritorio de Afonso, revestido de damascos rojos como una vieja cámara de prelado.
6
Damascos rojos en divanes y almohadones.