Todavía aturdida por los desencuentros con Damen y el ositodegoma.
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Un ositodegoma que había dado una alegre voltereta en su útero.
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En comparación, morir asfixiada con un ositodegoma parecía más lamentable y cruel.
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Tengo una relación muy especial con un ositodegoma cuyo nombre no voy a desvelar.
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Yo me ahogué con un ositodegoma.
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Y, como no, el ositodegoma.
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Atragantarse con aquel ositodegoma y morir en clase lo había cambiado todo, pero no todo era malo.
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Era... un ositodegoma.
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Amedrentada, me uní a la fila y tuve que cargar el trozo de ositodegoma con las demás obreras.
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Se metió el ositodegoma en la boca y lo masticó de un lado a otro durante un rato.
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De pequeña me demostró que la cola era perjudicial para la salud dejando un ositodegoma en ella durante la noche.
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Ante aquella visión, no pude evitar preguntarme: "¿Pueden padecer diabetes las hormigas?" Cuando depositamos el trozo de ositodegoma, estábamos todas destrozadas.
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Pasó casi una hora en el agua, con la cabeza apoyada en una toalla doblada, cogiendo un ositodegoma cada vez que pasaba página.
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La CNN convertiría los ositosdegoma en la nueva gripe aviar.
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Entonces pasad el invierno alimentándoos de chocolate y de ositosdegoma.
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Podía distinguir unos melocotones de lata, beicon, queso y ositosdegoma.