1Y me respondió: "Bástate mi gracia".
2Lo cierto es que Dios te dice a través de su palabra: "Bástate en mi gracia, pues mi poder se perfecciona en tu debilidad".
3Bástate saber que la carga especial que confiscamos iba destinada a ella.
4No me preguntes por qué, bástate saber que tengo para ello buenas razones.
5Aquella era la primera vez en bástate tiempo que me metía en algo peligroso.
6No; allí lo que valía era el maldito "bástate a ti mismo".
7La que distingue a los hombres de los duendes: "Duende, bástate a ti mismo."
8Por otra parte, el japonés era bástate dócil.
9Aunque sus lados se elevaban perpendicularmente, era lo bástate rugoso para que pudiesen subir por él.
10Ese "bástate a ti mismo" te ha perdido.
11Bástate saber que lo importante es conseguir el objetivo, cumplir la misión, y en eso soy el mejor.
12Bástate saber que la ha quemado.
13Este hombre os dice ahora: El primer precepto de la filosofía es el que sigue: "Hombre, bástate a ti mismo".