El padre Quintín de Sariegos, de la orden capuchina, se expresa así:

Tiene algo de caléndula, algo de la flor del tilo y capuchina.

A finales del verano aparece la capuchina y recubre el sendero.

En el tejado, había encontrado su lugar de supervivencia una capuchina.

Bueno; ¿y qué pasaría si trataras a una azalea como a una capuchina?

Pero mi bebé capuchina tuvo un chip en el hombro desde el principio.

Una capuchina de brillantes flores rojas derramaba sus hojas sobre el acero bruñido.

Al ver la confusión en su rostro, añadí- :Sabesa capuchina.

No se conserva en España muestra alguna de cadáver desecado perteneciente a la orden capuchina.

Y ahí tienen ustedes una pareja ideal para una merienda: una capuchina y un capuccino.

Puesto que la capuchina mojada por el otoño nos ofrece todo eso, todo un mundo.

Quitó con cuidado la pequeña capuchina de su sitio y la plantó en una maceta.

Encima de la mesilla, los restos de una capuchina.

Cuando llega la noche, la vieja enciende una capuchina y la pone sobre la mesa.

Esta mona capuchina, sin embargo, aunque yo le he dado vida, supone un peligro para mí.

Creo que alguna capuchina amarilla nos vendría bien.