Ahora había un cenagaldebarro revuelto entre las ruinas de la torre encantada.
2
La nieve se había derretido en el valle, convirtiéndolo en un cenagaldebarro marrón grisáceo.
3
Inundaron todo nuestro campamento y el suelo se convirtió en un cenagaldebarro y lodo en el que apenas podíamos movernos.
4
Allí las calles estaban sin pavimentar y las últimas lluvias las habían convertido en un cenagaldebarro resbaladizo, surcos profundos y desagües inundados.
5
Entretanto, los templarios seguían firmes en el centro de la batalla, sumidos en un cenagaldebarro rojizo provocado por la sangre de los caídos.
6
La orilla gabonesa del cauce formaba, a la derecha, un extenso cenagaldebarro negro sobre el que reposaban garzas solitarias y bandos de pelícanos.