Por este motivo compró una planta, a fin de tener compañía: una dionaea.
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La dionaea puede contar hasta dos, lo que quiere decir que piensa a su manera.
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Algunas horas más tarde la dionaea moría intoxicada.
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Quiso dar una golosina a su dionaea, cogió la mosca y se la dio a la planta.
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Se trata de la Dionaea murcipula, o venus atrapamoscas.
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Mamá me sonreía, y sus pestañas se cerraban como una venusatrapamoscas.
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Ellos se separan y se abren como una venusatrapamoscas, y me rodean.
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Se trata de la Dionaea murcipula, o venusatrapamoscas.
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A continuación Cogo Yelu se comparó a sí mismo con la paciente y calculadora venusatrapamoscas.
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Ni los árboles, ni los alces, ni la venusatrapamoscas, ni los humanos: ninguno había perfeccionado tal singularidad de propósito, tal diversidad de presentaciones.