1
En una de ellas, reposaba un hombrecillo estrábico con forzada expresión amistosa.
2
Reconoció entre ellos al hombre estrábico y al resto de los guías.
3
El conductor, medio cojo, medio jorobado y medio estrábico, descargó las maletas.
4
Al cabo de un momento, sin embargo, un joven Maestro ligeramente estrábico exclamó:
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El guerrero estrábico esbozó una leve sonrisa mientras el guía traducía sus palabras.
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Obligaría a un ojo deliberadamente estrábico a ver lo que no debería ver.
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Era un leve brillo, estrábico y alegre que había visto cientos de veces.
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Tendría algo más de cuarenta años, era algo calvo y un poco estrábico.
9
El monitor estrábico se volvió con el vaso de vino en la mano.
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Miró, estrábico, al preceptor Sobievksy, que lo contemplaba con absoluta impavidez.
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Cada vez que dejaba de escribir, el estrábico la miraba al mismo sitio.
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Legisladores de la oposición lo leían poco menos que con ojos estrábicos.
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En los ojillos nerviosos y un poco estrábicos le cabrilleaba el rencor.
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Los eruditos estrábicos se estrellan contra el Gorro Frigio y lo abrazan.
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Ella lo miraba con tanta intensidad que sus ojos parecían ligeramente estrábicos.
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Los suyos eran pálidos y estrábicos como los de un gato siamés.