Rosey soltó otro suspiro y contempló con mirada ensoñadora un jarro de hojas de falso plátano.

Así pues, parecía propio que volviésemos a reunirnos un martes, allí, en la casa que tenía delante el falso plátano.

Pasé ante los laureles silvestres y el falso plátano y subí los escalones de piedra azul de la puerta principal de la casa de Morrie.

Al momento, el oído más retardado de la madre también distinguió la reverberación familiar de unos pasos que subían por las raíces del falso plátano.

Los falsos plátanos, aferrándose a sus últimas hojas, arrojaban una bonita sombra.

Edificios bajos de ladrillo con techumbres de tejas se alzaban a la sombra de grandes castaños y falsos plátanos.

-Vetede mi vista maldita escoria quiero pensar -ledijo fríamente bajo los falsos plátanos podados.