Todos los que conocemos bien al general sabemos de su proverbial filantropismo.
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El filantropismo tiende a la abstracción, mientras que el personismo es sentimental y físico.
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El Estado, por último, contribuyó al nuevo filantropismo sustituyendo las políticas universales por los programas "focales" administrados por funcionarios especializados.
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Denunció con implacable desdén el frío filantropismo, la ostentosa caridad pública y los tediosos formalismos que tanto gustan a las mentalidades de clase media.