Estos animales tenían también grandes astas, pero de tipo ramificado.

Podía ver sus lomos grises y sus grandes astas ramificadas.

Mi padre tenía una cabeza de venado con grandes astas.

La máscara era un cráneo humano; surgiendo de él, las grandes astas alzaban sus crueles curvas.

Un par de grandes astas, largas y dirigidas hacia adelante, le daban semejanza con ciertos toros.

El último era un macho de grandes astas.

Es inmenso, más alto que una casa, con grandes astas abiertas que equilibra contra el cielo.

Esta tapa tenía un ciervo con grandes astas.

Las grandes astas entrechocan y se traban.

De suerte que seguía acercándome poco a poco al toro hasta que pude tentarle sus grandes astas.

Seguía en pie, un esqueleto rematado por grandes astas ennegrecidas, como cuernos terribles clavándose en el cielo.

Era un ciervo, un macho de grandes astas que empujaba la puerta con el hocico para abrirla.

Reflejábase el sol en sus grandes astas cuando movían las cabezas al hacer sus evoluciones de payaso.

Estaba tendida entre sus grandes astas.

Uno piensa a menudo que solo la paloma, el ruiseñor o el ciervo de grandes astas poseen gentiles compañeras.

Aquel día, Mar llevaría en su cabeza las grandes astas ramificadas de un venado, emblema de la Tribu del Ciervo Rojo.