Cuando la vibrante nota de la guimbarda murió, los fieles se prepararon para escuchar.
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Practicaba con el cortaingletes y la guimbarda, el montón de patas torneadas iba creciendo.
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Y don Pedro el carpintero, señor de la guimbarda, dormía el sueño de los justos.
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Que el capitán de navío don José Ussel de Guimbarda, comandante del San Fermín de Paula, quede suspenso de su empleo por seis años.
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Estaba guardando su clarinete al lado de su guitarra, sus dos saxófonos, el ukelele, las guimbardas, los clavionolas y otros compañeros de su precariedad.
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Fue él quien empezó a construir, en 1752, una soberbia casa al oriente, que después mejoró uno de sus sucesores, el gobernador Ussel y Guimbarda.