1La vida no le había dejado mucho a Heo excepto miedo, supuso.
2La otra, Heo, era la mujer de las cicatrices que lo había cuidado.
3Tal vez no para Kamsa y Heo, para Gana y Esdan.
4La vida no le había dado mucho a Heo, excepto miedo, pensó él.
5Y dice: "Mis pobres amigos: heos ya libres, libres como el aire.
6Heo se sentó, encorvada, dándole la espalda; Esdan creyó que intentaba ocultar las lágrimas.
7La otra, Heo, era la asustada que lo había atendido.
8Hasantrian Hecaton Heo de la Casa Pálida, de la Escuela Señorial Blanca, un asceta
9Quizá no para Kamsa y Heo, Gana y Esdan.
10Era delgada y en absoluto espectacular, pero había un florecer en ella del que carecía Heo.
11Era delgada y sencilla, pero había más flor y savia en su interior que en Heo.
12Heo había caído 15 metros por la cara este cuando una cornisa colapsó debajo de él.
13Heo permanecía sentada encorvada, de espaldas a él; tuvo la sensación de que deseaba cubrirse los oídos.
14Heo seguía tensa y se sobresaltaba cada vez que él hablaba, así que no dijo nada más.
15Cuando se casó con Jenice Heo, una artista que conoció en Reprise Records, fui su padrino de boda.
16Ella y Heo se levantaron de un salto y se fueron, mujeres delgadas, ligeras, que caminaban con suave prisa.