Vagamente comprendo que en un momento inmensamente lejano, incomprensiblemente cercano, elegí dormir.

Estaba al lado suyo y sin embargo inmensamente lejano.

El clamor que nos rodeaba era ahora inmensamente lejano, el mero rumor de un lejano alboroto.

Y el sonido llegaba hasta nosotros muy difuminado, como si procediera de un lugar inmensamente lejano.

En el cielo, tenuemente iluminado, inmensamente lejano, los vencejos, esos tiburones del aire, se alimentaban de manera acrobática.

Sacudí la cabeza, incapaz de pensar en un futuro tan inmensamente lejano que nunca podría ser distinto a como uno pudiera imaginarlo.

Aquello le parecía a Jack ahora inmensamente lejano, como si hubiera sucedido hacía cientos de años, cuando de hecho solo había transcurrido una generación.

La galaxia giraba igual que una rueda muy por encima de ellos, con todo su tumulto inmensamente lejano y, por el momento, completamente olvidado.

Y como un nuevo eco, la voz de sombra, inmensamente lejana, confirmó el hecho:

Había un cielo clarísimo, constelado de estrellas incontables, que se le antojaron inmensamente lejanas.

Y fijó la mirada en el espacio, como si quisiera ver cosas pasadas e inmensamente lejanas.

En la curva del lavamanos un punto de luz se reflejaba en todas direcciones, como una nebulosa inmensamente lejana.

Y el cielo ya no era una cosa inmensamente lejana sino un follaje por el que se puede trepar y aprender.

Los diminutos faros de luz inmensamente lejanos...

Luego volví los ojos hacia arriba y pude ver algunas estrellas muy brillantes por entre las nubes, lucían inmensamente lejanas y frías.

-Ustedesllegan ahora de un planeta inmensamente lejano y no podrán comprender esto mientras no vivan algún tiempo en el mundo actual.