Ya habían recibido mis instrucciones para deslumbrarlo con su dominio de la lengua minoica.

Ningún documento de esta clase existía para la lengua minoica; pero era inútil sentarse y esperar a que apareciese alguno.

Cantaba en un idioma que no era griego clásico, pero sí igual de antiguo: lengua minoica tal vez, o algo parecido.

Aunque había estudiado la lengua minoica con verdadera devoción, no entendía ni una sola palabra de lo que decía el Minos Supremo.

Calipso me llamó un par de cosas que me recordaron lo malsonante que era la lengua minoica antes de que se extinguiera.