Yo, un diplomático... Ay, menuda sandez -rióen voz baja.

Y su "corazón insensible"... ¡ menuda sandez!

Menuda sandez; no fui más valiente que cientos de otros.

Menuda sandez, pues claro que los gatos están agilipollados.

Menuda sandez anda, ve y que te parta un rayo".

Eiji lo miró y puso cara de estar pensando: " Menuda sandez acabas de soltar, hijo."

Menuda sandez lo de la cacería secreta".

¡Hermanos!, dijo, con creciente ira en la voz, ¡ menuda sandez!

-Menudasandez -dijeyo, que no había desayunado y estaba totalmente de acuerdo con los maoríes-.

-Menudasandez -espetóBodenstein con desdén-.

-Menudasandez -espetóSão Cristavao, al tiempo que apartaba su asiento de la mesa y hacía ademán de levantarse-.

-Menudasandez -ledijo.