Jesús era bajo y morrudo, y se dedicó con ahínco a la gastronomía.

Un toro hosco, morrudo y bien armado, se mostraba, sobre todos, emperrado, recalcitrante.

Es un insecto morrudo que lleva un potente veneno capaz de disolver los tejidos.

Cierran las filas el morrudo Bernhard, el greñudo Víctor, José el vitruviano y yo.

Uno de ellos, el más morrudo, tiene que ser Bach.

Era un coronel de mediana estatura, morrudo y bizco.

Una negra con trenzas mece en el regazo a un renacuajo morrudo de nariz achatada.

Apareció un hombre bajo y morrudo, de unos cincuenta años, con una pipa en la boca.

El otro bajo, morrudo, de cutis claro.

Era un animal, morrudo y moreno, de brazos fuertes y cuerpo semejante a un barril de cerveza.

Me volví hacia el jefe de la cuadrilla, un hombre bajo y morrudo, con cara de asesino.

Un hombre bajo, morrudo, vestido con un traje azul de seda, apareció en la puerta del bodegón.

Era un hombre pesado, gordo, con el pelo blanco, morrudo, con hocico y una mirada de jabalí.

Había dos hombres: uno alto y tan flaco que casi parecía un esqueleto; el otro, bajo y morrudo.

El rostro morrudo era una máscara; pero Brock no había visto nunca algo tan frío como aquellos ojos.

Alto, morrudo y duro.