Bajó las escaleras de tres en tres, resbalando la mano por la barandilla.

También a ella se le estaba resbalando la mano que tenía aferrada a la taquilla.

Se le iba resbalando la mano por la driza hasta que la vela se le escapó de golpe.

Sentándose muy cerca de ella, tocó uno de los botones brillantes, resbalando la mano sobre su pecho, el pico de su pezón, hasta llegar abajo.

Resbalando la mano izquierda por la parte inferior, la alzó y sintió que la culata encajaba cómodamente en su hombro.

-Esun lobo, Shane y no, yo estoy justo aquí -aseguróresbalando la mano libre sobre su espalda en círculos-.