La señora Buisman ya no mostraba un aspecto tan afable como antes.

Pero hablaba de ello en tono tan afable que nadie se ofendía.

Ésta era una chiquilla tan afable que todas la escuchaban con agrado.

Viola era una persona tan afable y encantadora como su propia casa.

Allí estaba el marqués de Harmonville, tan afable y gentil como siempre.

Pues no: era su hija, y no tan afable como mi padre.

Era un hombre tan afable y solícito que podría haber sido egipcio.

Volvió victorioso, pero tan dulce y tan afable como había sido siempre.

Ella, tan sonriente, tan afable, estaba inmóvil ante la puerta de cristal.

El padre de Gunther, tan señor, tan afable... Toti con sus lágrimas.

Estaba algo ebrio, tan afable como podía mostrarse un cerdo como él.

Pero la carta tan afable de vuecencia ha desvanecido mis dudas.

En Guinea Ecuatorial había un embajador tan afable como su colega de Camerún.

He de reconocer que su flirteo es tan afable como grosero.

Era tan afable que resultaba difícil imaginarla furiosa por dentro, pero lo estaba.

Así, con una última sonrisa tan afable como la anterior, desapareció.