Después se marchó tan orondo y dejó que nosotras recogiéramos el estropicio.

Fausto de la Salina, ni por carambola: tan orondo les pregunta qué poema prefieren.

Jamás he visto un hombre tan orondo, os lo aseguro.

Y mientras, el ciego, tan orondo y calvo como siempre, seguía pelándose la garganta:

Y mi tío, ¡quién le viera!, tan orondo, con su rostro rebosante de satisfacción.

Sin duda no había sufrido en su vida ningún régimen de adelgazamiento, tan orondo era.

El engulle sus bistecs y se queda tan orondo.

Voy a terminar tan orondo como el propio Octavian.

Todo el vecindario odiaba a aquel gato tan orondo.

Estaba tan orondo como siempre, pero cojeaba notablemente, como si todos los músculos le dolieran.

El Pequeño Duffy, casi tan orondo ya como ahora.

Van Heist se puso en pie de un respingo, inimaginable en un tipo tan orondo.

El diminuto aspirante al himeneo dio media vuelta y se alejó tan orondo como había venido.

Y yo diría -dijo ,señalandola vela-que puede usted, amigo mío, librarnos de tan orondo instrumento.

Luego se da la vuelta y se aleja otra vez tan orondo por la esquina de la caseta.

Te confieso que ayer, cuando lo vi tan orondo y satisfecho, me entraron ganas de darle una bofetada.