1La uñada empezó a rasgar y a sangrar mi piel.
2Me pareció que le habías alcanzado por la uñada que él hizo en el sendero, pero no estaba seguro.
3Pensaron aquella mañana ser almorzados de ellos; quitáronse la manta, maldiciendo su fortuna, deshaciéndose a puras uñadas.
4Asestando a las uñadas de sus mejillas.
5"¿Nunca has pensado que en este Mundo nadie hace uñada?
6Pensaba más en su mesa barnizada que en mi pobre espalda... Claro que casi había valido la pena recibir las uñadas, en el justo momento.