Verbosidad (del latín tardío verbosĭtas, -ātis) es la abundancia de palabras en la elocución. Verboso es lo abundante y copioso de palabras. Locuaz (del latín loquax, -ācis) es el "que habla mucho o demasiado". Hablador no sólo es el "que habla mucho", sino el que en ese exceso llega a ser impertinente y molesto, o el que comete una indiscreción. Palabrería es la abundancia de palabras vanas y ociosas (inútiles, innecesarias, sin fundamento). Palabrero, además del "que habla mucho", también es el que promete fácilmente para luego no cumplir lo prometido (es decir, paradójicamente, el que no tiene palabra). Parlar es "hablar mucho y sin sustancia", y en algunas aves (aves parlantes) "hacer sonidos que se asemejan a la locución humana"; también es hablar con indiscreción, con lo que se identifica perfectamente con las primeras acepciones de "charlatán" y con las acepciones metafóricas de "cotorra" y "loro".
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