Hsüan-Tsang no esperó ni un solo segundo para dirigirse a todo correr hacia el viejo alfar de la Puerta Sur.

Hsüan-Tsang la sacó del viejo alfar y la llevó a la posada de Liou-Er, donde alquiló una habitación para ella.

Madrid -añosesenta-era el jardincillo esparcido, como rompecabezas verde, fragmentado, entre las tejas de viejos alfares que ya no existían.