Los dos ríen y olfatean el aire oloroso a pescado frito.

Corría un aire oloroso a ensilaje y humo de madera que le emocionaba.

El secretario se llenó los pulmones del aire oloroso a flores.

Vio la Alfombra, en una pequeña imagen borrosa que colgaba en el aire oloroso de humo.

Percibí un aire oloroso a tierra mojada.

El día no habría sido más luminoso o el aire oloroso si lo hubiese pedido por catálogo.

Respiró un aire oloroso a trementina.

Oí fuera el sonido de la multitud que se reunía, el ruido que comenzaba a crecer y cubrir el aire oloroso.

Por la cristalera abierta llegaban rumores de la calle, el llanto de un niño, el aire oloroso a yodo y sal.

Aquella nieve significaba algo más que aire oloroso y suaves punzadas de frío en las mejillas: la nieve haría bajar a los lobos.

El ruido y los cuerpos prensados y el aire oloroso a tabaco satisfacían un anhelo nostálgico de una noche de sábado en un pub.

Pasaban bajo la aeronave, que trazaba raras curvas en el aire oloroso de este mundo, desfiladeros sin cuento, montañas humeantes, desiertos de arena rojiza.

En el carro de la máquina había una hoja en blanco, mecida casi imperceptiblemente por el aire oloroso a algas que venía del balcón abierto.

La puerta giratoria no hacía más que dar vueltas, expeliendo una corriente de aire olorosa a cuero y a tinta.

Recibí con júbilo una ola de aire olorosa y mareante, que me recorrió todas las venas y me llegó hasta la punta de los dedos.