Con las dos manos el bichicome tiraba para un lado, y la valija tiraba para el otro.
2
No recordaba para sí, para nadie, ni para un imposible bichicome que vagara o durmiera en la playa cercana.
3
Detrás del edificio de la aduana, un bichicome recoge un tizón de leña que ha usado para calentar el agua del mate.
4
Le dije que era una valija casi tan alta como el bichicome y tan pesada que, cada pocos metros, tenía que sentarse a tomar aliento.
5
Se llamaba Beatriz, le decían Bichi, yo la llamaba -talvez todavía--Bichicome.
6
Bichicome tenía un tío millonario que vivía en un yate y navegaba entonces por aguas de Canadá.
7
Pero ningún sentimiento de nostalgia me impedía mirar a mi Bichicome y pensar melancólico que cuando ella tuviera quince años yo sería irremediablemente viejo.