Quedaba sujeta al eje por un bulón de fácil extracción.

Estaba entonces muy ocupado tratando de destornillar un bulón demasiado ajustado de mi motor.

Yo estaba irritado por mi bulón y respondí cualquier cosa:

Rollie dejó el segundo bulón sobre el piso y salió.

En la palma tenía un bulón negro de diez centímetros-

No me importaban ni el martillo, ni el bulón, ni la sed, ni la muerte.

Dejó caer el bulón en la propulsión a cadena.

Rollie empezó a insertar el tercer bulón a través del maletero de cada automóvil al chasis.

Hossuth quitó el bulón y extrajo la manivela.

Se detuvo, haciendo preguntas, mostrando el destrozado bulón.

Solo cuando pasó el quinto automóvil recordó que un tercer bulón debía ir en el portamaletas.

En ese instante me decía: "Si este bulón todavía resiste, lo haré saltar de un martillazo".

A veces yo ponía el dedo sobre el bulón, para averiguar al tacto si subía, sin necesidad de mirar.

Hasta ese punto el bulón que había insertado en un eslabón de la cadena se había movido sin ningún problema.

En el cajón de los tornillos sueltos de los talleres mecánicos, cada tanto aparece un bulón ajustado a su tuerca.

Nada sucedió, salvo que el bulón siguió adelante por la línea; en menos de un minuto estaba fuera de la vista.