Sin embargo, el éxito del ladrón depende de su capacidad de arriesgarse.
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En cambio existe una diferencia importante: un fantasma no es un ladrón.
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Es bastante sencillo; el ladrón solo tuvo que esperar el momento oportuno.
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El objeto tampoco obra en poder del ladrón, ¿estoy en lo cierto?
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Sin embargo hace unos años atrapamos un ladrón gracias a estas fotografías.
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Ello demuestra que eres un estafador y no pienso devolverte la hebilla.
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Al fin y al cabo, estaba frente a un posible estafador superlindo.
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El estafador apareció a última hora de la tarde del tercer día.
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El estafador personifica un rol que, por lo general, inspira cierta confianza.
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Aquello que se lleva el estafador no lo tenemos en ningún caso.
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En cierto modo se había apartado él de las instrucciones del usurero.
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Pese a ser un usurero español, mostraba cierta distinción en su comportamiento.
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A mi segunda indicación emprendieron el camino hacia la factoría del usurero.
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Un usurero siempre ha de contar con dos cosas: efectivo y respeto.
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El usurero se aproximó con paso decidido, seguido por un caballero entogado.
Ús de carero en espanyol
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Era su abogado, aquél tan famoso como carero, quien hablaba por ella.
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Así que era bastante carero y le sacaba beneficio a todos los artículos.
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Compró una vez a un blanco, el año pasado, pero era muy carero.
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José Zamora es un plomero y electricista muy hábil, muy rápido y muy carero.
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Y ni muy carero que era: con rezarle había, como al doctor Gregorio Hernández.
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Ya ven ustedes que no soy carero; estas cuatro observaciones las doy por una sola.
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Hay gente que alega que es carero, pero no hay mejores paltas que las suyas.
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Dicen que soy muy carero, pero no.
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Es un carero y un cabrón.
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Nunca fui un odontólogo carero.
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Lo veo en su carero.
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En Nochevieja se metió en un bar en Wickliffe, un sitio cochambroso y carero lleno de borrachos de aspecto duro.
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Entre ellos un tal Chirinos, azambado el maldito, que era carero como él solo y acostumbraba abusar de las chinas.
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Mauricio Macri entró también en esa, pero le agregó su toque carero, el de bloquecitos de cemento amarillos y palitos luminosos.
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Era un hombre pequeño, de chaleco y corbata, atildado, sesentón, vivo, enérgico, amable, lacónico, un profesional modesto pero efectivo, nada carero.
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Porque empezar a vivir trabajando, sufriendo humillaciones, suplicando honorarios; oír decir a unos: Sois muy carero; a otros: ¡No pago porque no me habéis curado!...