Optaba por embelesarse con las ballenas y delfines que acompañaban el barco.
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Aquel, desde luego, no era el momento oportuno de embelesarse con el paisaje.
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Hasta es posible que llegue a embelesarse por unas botitas.
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Por un instante olvidó los problemas de Helga y Alcuino para embelesarse con su imagen.
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Todo para embelesarse con los trabajos que realizamos en la casa y hacerse explicar el motivo.
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El cielo estaba inundado de rojos y violetas, pero no era momento para embelesarse en su contemplación.
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Pero no debían embelesarse en la Naturaleza.
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Solo el verlo es suficiente para embelesarse.
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Lo vi allí sentado, encima de una roca, sin otra afición que embelesarse ante el sol naciente.
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Con la luna solo podía embelesarse.
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Ra se sintió dichoso pues, en aquella hora, nadie en la tierra podía embelesarse con la visión del cielo de Egipto.
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Marchose el coronel, y el joven volvió de nuevo a embelesarse en la contemplación de Rosalba, devorado por el ansia de acercársele.
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Ni siquiera en los mejores años, ni a pesar del trato de favor que recibieron, llegaron a embelesarse con la República de Weimar.
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La vanagloria zoqueta y efímera de embelesarse mientras le tocan el Himno Nacional con una banda presidencial terciada en el pecho la obnubiló.
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Las únicas incógnitas serían los tipos de cepa que portan los compradores puestos tete a tete, codo a codo, a embelesarse en las sabrosuras.
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Pero no había tiempo para embelesarse, alguien podría forzar la puerta del saloncito, o los carabineros, desde abajo, observar las llamas en el balcón.