Me concentro en mis manos e intento encender mi lumen una vez más.

Antes de que pueda encender mi lumen, Marina me aparta de un empujón.

Trato de dividir mi atención lo suficiente para encender mi lumen, pero es demasiado.

Intento encender mi lumen, pero sigue sin funcionar.

Con solo pensar en tener que encender mi lumen de nuevo se me doblan las rodillas.

Salto fuera del coche, enfoco las manos al cielo y, tras encender mi lumen, muevo los rayos de luz.

Trato de encender mi lumen para alumbrarnos el camino, pero no sirve de mucho en este torbellino de fragmentos de edificios.

Enciendo mi Lumen y mi mano se alumbra en cuestión de segundos.

Hago de tripas corazón y enciendo mi lumen por todo mi cuerpo.

Está helada, así que enciendo mi Lumen para compensar el frío que desprende.

Mientras floto por este lodo aceitoso, me miro las manos e intento encender mi Lumen.

Sin pensar, enciendo mi lumen y las llamas empiezan a culebrear entre mis dedos cerrados.

Enciendo mi lumen y me resulta agradable sentir las llamas en la palma de la mano.

Enciendo mi lumen y doy un paso adelante para posicionarme entre Nueve y la hilera de todoterrenos.

Enciendo mi lumen y el calor me hace sentir cierto consuelo: estoy listo para lo que sea.

Enciendo mi Lumen de nuevo y, esta vez, lo focalizo en la punta de mi dedo índice.