Lo disuadimos fácilmente; le gustaba lucirse, galleaba con el valor, pero era excelente.

Algunas gallinas, perturbadas, galleaban con el cacareo, en un desafío tonto.

Habían alcanzado el Recodo del Viejo, junto a la junquera, donde una urraca galleaba con insolencia.

Habitualmente arrogante, aquella noche desafiaba, galleaba con manos y cabeza, como si todo él fuese cresta retadora.

A Heide, que galleaba con las manos a la espalda, en su falso uniforme de SS, le fallaron los reflejos.

-Porla misa, ¡bravo mozalbete para gallear con los pajes en la antecámara de mi señora!

-Esinútil que tratéis de gallear con nosotros -dijoMary a David y a Jon, saliendo en defensa de su hermano gemelo-.