Sabía que muchos lo consideraban un majadero, un hombre desaseado e impertinente.

Era un hombre desaseado, de pelo corto y barbas de muchos días.

Llevaban sacos pequeños, sacos muy pesados, y los vaciaron a un gesto de aquel hombre desaseado.

Recordó a la mujer muerta en el dormitorio y al hombre desaseado que apestaba a alcohol.

La imagen de aquel hombre desaseado, vestido con su raído traje de cochero, le infundió un pánico terrible.

Detrás de la señora Grossmith, a media docena de pasos, había un hombre desaseado y desgarbado algo mayor que ella.

Claire no le permitía visitarlo, porque no le gustaba ese hombre desaseado, ni siquiera creía que hubiera navegado alguna vez.

Cuando veo a un hombre desaseado, nada puede obligarme moralmente a que sienta ansiedad por saber cómo le dio por la suciedad.

Era un hombre desaseado, de mandíbulas anchas y sin afeitar, y con un escaso mechón de pelo pegado a una frente sudorosa.

No es que creyese que había peligro; era simplemente que no tenía idea de hacer que aquel hombre desaseado pasase el examen del conserje.

Sucia, sin lugar a dudas, y atestada de hombres desaseados borrachos de cerveza.

Dentro olía a vino rancio, a ropa sucia, a hombres desaseados.

En el lugar había un olor penetrante a hombres desaseados.

Ahora hay cientos de caballos entre los hombres desaseados.

Aquellos hombres desaseados morían de roña y de escorbuto.

Todos los asientos estaban llenos de hombres desaseados, cuyo hedor era casi tan desagradable como el frío.