Últimamente, la escasez de humanoscobaya había venido acentuándose de forma notoria.
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Pero lo que vislumbré de los aspectos privados de los humanoscobaya fue desolador.
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Y los humanoscobaya están a su disposición.
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Quizá entre los humanoscobaya que has examinado.
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A pesar de que era imposible que yo supiera de antemano lo que desvelarían los humanoscobaya.
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En cambio, sí debían cumplir otro requisito, uno que rara vez se exigía a los humanoscobaya: tenían que estar casados.
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De modo que solicitamos un nuevo grupo de diez humanoscobaya casados, a los que repetí el pequeño discurso del día anterior.
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Y es que teníamos que poder encargarnos de los cónyuges de los humanoscobaya, una vez que estos les hubiesen confesado sus secretos.
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Pudiera ser porque, en general, son pocos los humanoscobaya casados, y precisamente para aquel experimento, las muletas significaban tanto como nada, pero ¡aun así!
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-Nopuede usted estar pensando en arrebatarnos a uno de los humanoscobaya, tan escasos y tan preciados como nos son -lerespondí quejoso-.