El anillo era de oro con un brillante del tamaño de una judía pinta.

Una judía pinta era como una derringer, un copo de nieve era una Browning en su trípode.

Se levantó como una judía pinta regordeta y enloquecida, sus ojos grises se convirtieron en unas rajitas de ira e inquietud.

Tenían judías pintas y calabacines, y canteros enteros de lechugas y hierbas.

Allí, contra la pared, había cuatro sacos de cien libras de judías pintas.

Les sirvió judías pintas, vino tinto y tortillas con arroz suelto.

Hemos comido tantas habas y judías pintas que ya no las puedo ni ver.

Etta había preparado arroz blanco y judías pintas con tocino.

Pasaron los platos, puré de patatas, judías pintas y una bandeja con filetes fritos.

Luego puso en un frasco de conserva judías pintas cocidas.

Durante todo un verano, mis abuelos vivieron de un saco de judías pintas de contrabando.

Ésta arrojó un puñado de judías pintas a su espalda para conjurar la mala suerte.

Ella sirvió una patata en cada plato, acompañada de unas zanahorias hervidas y judías pintas.

Le sirvieron un plato de judías pintas con chorizo.

No tienes nada contra las judías pintas, ¿verdad, hijo?

Entramos en un restaurante mexicano y comimos tacos y tortilla de judías pintas; todo estaba delicioso.