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Le siguieron en silencio, sus pies hollando apenas los escalones mullidamente alfombrados.
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Es como si tuviese un perrito al que quisiera acomodar mullidamente.
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Raramente nos molestamos en transitar los pasillos y piezas donde el polvo se acumula mullidamente.
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Aquel camarote estaba mullidamente alfombrado, sin nada del frío contacto del acero húmedo de los buques de escolta.
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Se instaló mullidamente, con un suspiro, y tomó la bocina negra que colgaba de un gancho de metal.
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Enormes ventanas panorámicas rodeadas de gruesos cortinajes formaban las paredes exteriores entre el techo y el suelo mullidamente alfombrado.
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El ambiente era suave; las sombrías alamedas estaban tan mullidamente enarenadas, que daba gusto sentar los pies en ella.
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No era propio que yo durmiese mullidamente mientras mi esposo, allí -señalóla rígida forma- ,yacíayerto en la muerte.
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Una sección del cilindro del tubo basculó hacia afuera, y un guardia la empujó bruscamente hacia un suelo mullidamente alfombrado.
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Surgen cojines multicolores, profusamente repartidos por el suelo; y de su desordenada disposición emerge un diván, mullidamente tapizado de terciopelo rojo.
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Los asientos estaban mullidamente acolchados; a un lado, bajo las ventanillas de pálido cristal verde, un bufete ofrecía bandejas de golosinas.
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Subió más escaleras, éstas mullidamente alfombradas, pasando frente a pinturas de paisajes españoles de casas blancas, rocas amarillas y cielos azules.
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Siempre reinaba la calma en este barrio; los pecados ocultos tras esos pórticos plutocráticos, fueran cuales fuesen, estaban mullidamente envueltos en dinero.
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La inmensa alfombra con los colores de Travel, naranja y azul, se hundió mullidamente bajo las suelas de los zapatos de Van In.
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Era una pieza de más de cuatro metros de lado, con las paredes artesonadas en roble y el suelo mullidamente alfombrado de negro.
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Empujé una de las puertas de latón y cristal y entré en un largo y mullidamente enmoquetado vestíbulo en color lavanda y crudo.