Las jóvenes obedecieron sus órdenes y después besaron la tierra delante de ella.

Los demás Colmillos Plateados obedecieron sus órdenes y lo siguieron hacia sus aliados.

Por su parte, los rusos obedecieron sus órdenes y se abstuvieron de perseguirlos.

Los prisioneros obedecieron sus órdenes rápidamente, no sin un poco de barullo y confusión.

Más soldados se volvieron hacia Cyric y obedecieron sus órdenes.

Hasta los adelantinos obedecieron sus órdenes, puesto que Scoyt estaba momentáneamente fuera de acción.

Sus manos y pies se crisparon y luego, de manera asombrosa, obedecieron sus órdenes.

Mientras el estudioso abría lentamente la puerta del congelador, los otros obedecieron sus órdenes.

Cuando se aproximó el capitán del batallón, los soldados obedecieron sus órdenes y retrocedieron.

Los guerreros obedecieron sus órdenes y se desplegaron por toda la caverna formando una línea.

No cabía duda de que los soldados estaban aterrorizados por su líder, y obedecieron sus órdenes.

En la batalla, los atenienses obedecieron sus órdenes.

Bueno, el caso es que obedecieron sus órdenes.

Los oficiales y los marineros obedecieron sus órdenes.

Sin salir de su asombro, obedecieron sus órdenes mientras él volvía a sentarse en el trono.

Pero los hombres más jóvenes de su clan no estuvieron de acuerdo y no obedecieron sus órdenes.