No obstante, toda pasión puede volver a uno tan habilidoso como patoso.

El subsecretario era patoso en los movimientos, pero pulcro en los detalles.

Pero yo era un patoso sin cualidades, un inepto, un absoluto incapaz.

Cualquiera, a menos que fuera un patoso redomado, podría escabullirse sin problemas.

Por si faltaba algo, le había tocado en suerte un científico patoso.

Descendió patoso los peldaños de la escalera y se acercó al radiador.

Le parecía tan patoso bajo el pesado fardo de sus grandes ideas.

Más patoso que nunca, el Volvo, en pos del refinado vehículo italiano.

Se me acercó, girando sus caderas en un patoso intento de seducción.

Le hizo sentirse incómodo y extraño, el patoso embajador de otra especie.

Me quedé hipnotizada esperando que el patoso murciélago se bebiera la sangre.

Entonces coge el patoso de Bolisio y se pega el trompazo padre.

Jaro, pensó con malicia, era patoso y tímido, como cualquier otro nimpo.

Era patoso, pero Inés sentía el ritmo dentro y se dejó llevar.

El Jabalí Negro, patoso en su decisión, intentó echarse a un lado.

El hombre era un académico, un patoso con traje de lino sudado.