Paseaba un mal gorrón paseando la mano por el pecho y decía:
2
En tu cama encontrarás una carpeta con información relacionada con ese gorrón.
3
El soldado Alton More era el maestro gorrón de la Compañía E.
4
Vengo a ver si me paga ese mendigo gorrón que vive aquí.
5
Alto, delgado, pelo largo y barba sin cuidar, un tío algo gorrón.
1
En su primera jornada de pedigüeño invidente ganó cincuenta y tres libras.
2
Finalmente, Achamian sería algo más que un pedigüeño blasfemo en su mesa.
3
El pedigüeño se tapó la cara con los brazos aunque demasiado tarde.
4
Nicholas, y Taylor se metió de nuevo en el papel de pedigüeño.
5
Se consideraban ricos de espíritu y me trataban como a un pedigüeño.
1
En cambio logré una sólida reputación de vago y de sablista.
2
La panameña demostró una clara superioridad frente a la sablista japonesa
3
Puede que fuera verdad y puede que fuera habilidad de sablista.
4
Conocía por casualidad a un holgazán, un sablista con antecedentes penales.
5
Usted es un sablista culto, hermano John, pero no me importa.
1
Un vulgar sacacuartos aprecia, quizás en secreto, una delicada obra de arte.
2
Teníamos montado el mejor sacacuartos de todas las timbas de Londres.
3
Vulgar y bastante tonta, y de muy buen genio; pero una sacacuartos rematada.
4
O bien aquel tipo era otro sacacuartos o puede que fuese algo mejor.
5
Igual no eres más que un cantamañanas y un sacacuartos, ¿verdad?
1
Cabeza de Mierda, aquí presente, el famoso sacadineros, tiene ya dos avisos.
2
Ese sacadineros vino en mi busca hace unos años con la misma copla.
3
De centro recreativo se ha vuelto un sacadineros.
4
Esto de los hoteles es un sacadineros.
5
Tú me entiendes, ¿a que sí?, sí, seguro que sí... Un sacadineros o un pagacomisiones a los corruptos.
1
Un buen sableador emprende su tarea como un buen delincuente.
2
El prestador ideal es el realista, que sabe que mañana la situación puede invertirse y el sableador pasar a ser prestador.
3
No el soñador utópico de una imposible Arcadia, sino el práctico y realista sableador de los ricos para beneficio de los pobres.
4
A principios del siglo pasado vivía en Madrid un poeta llamado Carrión, bohemio empedernido, parásito inevitable, sableador incurable que siempre estaba a la cuarta pregunta.
5
Los sableadores devoran también las larvas y huevos de sus anfitriones.