Su collar estaba hecho de las retorcidas vértebras rojas del pez cornudo.

Mostró entre sus dedos un hueso en espiral de un pez cornudo.

Y todos tenían pintado en la frente un estilizado pez cornudo.

Tenía clavada en la espalda una punta de pez cornudo.

Permanecía de pie junto a la puerta, con un estilete de pez cornudo en la mano.

Llevaba al cuello, un cuello muy musculoso, un collar de vértebras de pez cornudo brillantemente coloreadas.

Las ventanas estaban cerradas con paneles parecidos a la mica hechos con la membrana intestinal del pez cornudo.

Se retrepó en una gran silla de roble tallado de alto respaldo cubierta de piel roja de pez cornudo.

El pez cornudo vivía a unos treinta metros por debajo de la superficie, y era pescado con sedal, dificultosamente.

John de Greystock estaba fijando las delgadas espinas planas de un pez cornudo a la cola de una flecha.

Justo debajo de la punta de acero, sujeto al mango, había un gran hueso, una vértebra de pez cornudo.

Los cascos de aviador, de piel, estaban rematados con una pequeña púa, la punta del cuerno de un pez cornudo.

Era el hueso espiralado de un pez cornudo, el símbolo que llevaban los miembros de la Iglesia de la Segunda Oportunidad.

Los bordes de esta última estaban incrustados con pequeñas puntas de pedernal, y su punta era un aguzado cuerno de pez cornudo.

Esto había costado a Ruritania varios cargamentos de tabaco y licor y montones de pieles y huesos de pez dragón y pez cornudo.

En una mano llevaba la pesada lanza de roble rematada con un largo cuerno de pez cornudo que le había tomado al guardia.