Tenía veintisiete años y se paseaba por el pueblo montado en un poni gris.

Su poni gris hundió al instante el hocico entre los altos y dulces pastos.

En las cuadras, los mozos estaban cepillando al poni gris.

Tenía un calesín y un poni gris que guardaba en el establo de Moyer.

Desde una cornisa más elevada los vigilaba un indio montado en un poni gris.

Catalina asía la cuerda del pequeño poni gris y le hacia caricias en el morro.

Faeril tomó otra almohaza de un estante y entró en la casilla del poni gris para peinarlo.

Finalmente abandonó el tema, se animó y eligió un poni gris con la crin y la cola blancas.

Se dirigió a Todoguen Guirte, que guiaba la caravana, y lo alcanzó al galope sobre un poni gris:

Su poni gris se puso a piafar, agitando la cabeza en el aire y haciendo cascabelear las campanillas.

Por la noche, Chakahai atravesó sobre su poni gris las oscuras calles, con hombres más oscuros aún cabalgando a su lado.

Abatido e inquieto, encontró un poni gris, un animal tan pequeño que, cuando lo montó, los pies casi le tocaron al suelo.

Era día de mercado y la señorita Betsey tuvo ocasión de guiar el poni gris entre carros, cestas, hortalizas y mercancías de buhoneros.

Levanté una mano para acariciar el largo morro de un tranquilo poni gris, y un chico silbó mientras se ponía a mi lado.

Janet, pide el poni gris y la calesa para mañana a las diez en punto, y prepara esta noche el equipaje del señor Trotwood.

Una o dos veces su padre le había pedido prestado al señor Hubbard su vieja calesa con el poni gris para ir a Charlottetown.